Las dietas estaban formuladas a base de maíz-soja, la G con 3.290 kcal EM, 13 % PB y 0,78 % lisina y la L con 3.242 kcal EM, 17,5% CP y, 1,15% lisina. Los ácidos grasos Ω-3 se aportaron en una forma comercial protegida. El ratio Ω-6/Ω-3 era de 20 en la dieta control (C), de 13 en la G y de 13 a 10 en la L. A los 60 días de gestación se dividieron 44 cerdas en C o G. El día 110 se trasladaron a la sala de partos y a la mitad de cada grupo se les cambió a la dieta L.
La dieta de gestación no tuvo efecto en el rendimiento de las cerdas durante la gestación. Sin embargo hubo un efecto de G en la ingesta durante la lactación. Durante la lactación, las C tuvieron un consumo mayor (7,2 kg/d) que las Ω-3 (6,4 kg/d; P <0,02). Los lechones de las cerdas Ω-3 inoculados con lipopolisacáridos bacterianos (LPS) el día 14 mostraron una tendencia a un cambio de temperatura corporal más moderado y menor pérdida de peso. Las cerdas que recibieron C durante la gestación tuvieron camadas más pesadas al destete (63,7 kg) que las que recibieron Ω-3 (54,24 kg, P < 0,05).
Aunque se necesita más trabajo en este campo, parece que la suplementación con ácidos grasos Ω-3 a final de la gestación reduce la ingesta, lo que perjudica el rendimiento de la camada durante la lactación.
SA Meers, CR Dove y MJ Azain. 2005. J. Anim. Sci. Vol. 83, Suppl. 1